En los últimos tiempos y con epicentro en Estados Unidos han recrudecido los embates políticos y culturales contra las prácticas ASG, sobre todo en los gobiernos de varios estados conservadores que han sancionado normas rechazando estas prácticas tanto en inversiones como en la divulgación voluntaria de información sobre los riesgos de esta naturaleza, incluso se han rebautizado las prácticas ASG como “capitalismo woke[1]” que en una super simplificación equipara la lucha contra la discriminación de la población de raza negra con la de la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI).
Incluso existe la expectativa generalizada que la nueva llegada de la administración Trump otra vez produzca la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, por el que casi 200 países se comprometieron a reducir sus emisiones de GEI. La decisión que tome este país, segundo emisor global de GEI después de China, indudablemente tendrá una influencia insoslayable en las posiciones que adopten los otros países que más contaminan, luego de los dos nombrados, como son Rusia, India, Irán, etc.
No obstante, este panorama incierto que se presenta sobre las prácticas ASG existen elementos tangibles que parecerían indicar la irreversibilidad de éstas y entre estos elementos se pueden mencionar:
Que buena parte de las empresas que forman parte del S&P 500 ya estarían informando sobre sus prácticas ASG y tienen alguna calificación voluntaria de sus prácticas sostenibles. Que fuera de Estados Unidos las empresas multinacionales deben seguir cumpliendo con regímenes de divulgación como la Directiva de Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) de la Unión Europea y algunos otros países extracomunitarios como Hong Kong, Japón, Singapur, etc. que han impulsado importantes avances regulatorios en materia de ASG en los últimos años. Que Dentro mismo de los Estados Unidos existe una batalla más que nada ideológica con mucho ruido político sobre todo vinculada a la actividad económica humana como determinante del cambio del clima,[2] pero en la práctica las empresas siguen integrando los criterios ASG en sus operaciones porque los consumidores y los inversores han mostrado una demanda persistente de ellos. Que paradojalmente tanto la NASA como el 97% de los científicos que forman parte de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (la más prestigiosa del Mundo) opinan que a la actividad económica humana es la causa principal de las emisiones de GEI y por ende del cambio del clima. Que para los lideres empresariales esencialmente el cambio climático significa riesgos en las operaciones de todas las empresas estimándose que solo en lo que respecta a los riesgos climáticos y los fenómenos meteorológicos severos la carencia de medidas de adaptación y mitigación impondría una pérdida de más del 4% del PIB mundial. Que la transformación digital inducida por la Inteligencia Artificial seguirá modificando la forma en que se recopilan y analizan los datos ASG, ofreciendo información abundante y de bajo costo para tomar decisiones más rápidas e informadas e impulsar el crecimiento sostenible a corto, mediano y largo plazo.En definitiva, a pesar de la incertidumbre que genera la creciente oposición política, sin demasiado fundamento, esto no debería impedir el avance de las prácticas ASG a nivel mundial sobre todo en lo atinente a mitigar responsabilidad humana en las emisiones de GEI y su consecuencia sobre el cambio del clima.
[1]Woke se llamó al movimiento antirracismo que surgió en los años´60 del siglo XX en Estados Unidos.
[2] , California (con una economía equiparable a la India) y New York (comparable a Canadá) están liderando la contienda a favor de prácticas ASG y en el bando opuesto Texas (equivalente a Italia) y Florida (Equivalente a España)