Las diferencias en los enfoques RSE y ASG se plantean brevemente en el artículo a continuación, escrito por Gustavo Kippes, vicepresidente de Evaluadora.
Haciendo un poco de historia los impulsores de la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) fueron los primeros en sostener la necesidad de que el comportamiento empresario dejara de lado, aunque sea parcialmente, la búsqueda de su beneficio como único fin de su actividad económica e incorporara a la misma principios de ética y moral bajo la idea que todos queremos un mundo mejor y que esto requiere de mayor solidaridad de las empresas.
Por su parte aquellos que defienden el enfoque Ambiental, Social y de Gobernanza (ASG) parecerían ser más pragmáticos al sostener que las empresas, por su propio beneficio, deben considerar la opinión de las partes interesadas pues hoy día una gran proporción de la población del mundo, sobre todo los más jóvenes, están demandando de éstas una actitud más cuidadosa con el medio ambiente, consideraciones sociales y mayor transparencia de sus actividades.
Entonces, aunque parezca que las dos corrientes pretenden lo mismo, la concepción que subyace en la filosofía de los que defienden el enfoque de la RSE es muy diferente de aquellos que están enrolados en la corriente de las practicas organizacionales ASG.
A riesgo de que mi interpretación parezca muy economicista creo que la concepción de la RSE soslaya algo esencial que si considera el enfoque ASG. Que es que las empresas las conducen individuos y estos son egoístas por naturaleza pues vivimos en un mundo con recursos finitos, ya ni siquiera el aire o el agua puede considerarse un “bien libre”, es decir lo que un individuo consume en más, otros lo consumen en menos. En este contexto es muy difícil que la mayoría de los individuos y por ende las empresas tengan en cuenta los intereses de la sociedad o de otros individuos, salvo que su propio interés e incluso su supervivencia esté en riesgo.
En palabras de Adam Smith[1]
“No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero lo que nos procure el alimento, sino la consideración de su propio interés. No invocamos sus sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni le hablamos de nuestras necesidades sino de sus ventajas”.
[1]Adam Smith “Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones